En todas las culturas existen deidades malignas que infunden terror a los creyentes y tientan a los incautos. En la cultura escandinava se hablaba de Loki, en la griega de Hades, en la mesopotámica: Marduk, entre los indígenas de la Gran Sabana venezolana: Odo´sha; y así sucesivamente todas las culturas han tenido y tienen sus figuras y símbolos del mal, que en algunos casos sirven para equilibrar la balanza entre la bondad y la maldad.
En nuestra cultura occidental, la palabra "demonio" apunta hacia los símbolos malignos que figuran en la Biblia (cultura judeocristiana). Es decir, que prácticamente cuando se habla del mal, solo se piensa en Satanás, Lucifer o Belcebú (inclusive se cree que es un mismo demonio).
Es bueno destacar que antes de que el pueblo hebreo se tornara monoteísta (Jehová como único Dios) tenía sus propios cultos, mitos y creencias (seguramente mezclados con los de otras culturas), que hoy se han perdido casi completamente. Restos de estas antiguas creencias las hayamos en algunos pasajes del antiguo testamento, por ejemplo: cuando se refieren al monstruo Leviathan o a los Gigantes, o al mítico can Cerbero. Estos los podríamos clasificar como demonios de un período pre-monoteísta.